Covid-19 ha alterado profundamente el modelo de negocio del turismo de negocios, que lucha por volver a ponerse en pie, con muchas víctimas colaterales en el proceso. Transportistas, proveedores de alojamiento y operadores turísticos temen que su negocio se desplome este otoño. ¿Sigue siendo posible viajar por trabajo? Ante la crisis sanitaria, el teletrabajo y la videoconferencia se han convertido en la nueva norma. Por su parte, los salones, ferias y otros seminarios también han adoptado un formato híbrido, combinando reuniones presenciales con tecnología digital, para hacerlos más resistentes.
Es sencillo: según un estudio publicado en junio por la Chaire Pégase de la Montpellier Business School, el 53% de los viajes de negocios en avión se sustituirán por videoconferencias en 2020. Sólo se han mantenido los viajes que requieren interacción con interlocutores externos. Se trata de un desastre para el turismo de negocios (un mercado de 30.000 millones de dólares solo en Francia), que lleva más de un año prácticamente paralizado. Este fenómeno no carece de consecuencias.
Menos turismo de negocios significa menos vuelos y menos noches de hotel reservadas. Prueba de ello es que, a finales de julio, las reservas de Air France y KLM para septiembre seguían siendo solo el 21% del nivel de 2019 en las rutas nacionales, el 27% en las de media distancia y el 32% en las de larga distancia.
Es difícil mirar hacia delante en un momento en que la amenaza de la variante del Delta sigue acechando. No hay garantías de que en otoño se perciba un atisbo de recuperación. Las empresas siguen mostrándose reacias a despedir a sus empleados.
Ojalá fuéramos tan optimistas como Benjamin Smith, consejero delegado deAir France-KLM, que cree que "los viajes de negocios volverán a los mismos niveles que teníamos en 2019 y retomarán el crecimiento a corto y medio plazo".
Sin embargo, si miramos a nuestros vecinos del otro lado del Atlántico, según un estudio realizado por Deloitte el pasado mes de junio, a finales de 2022 el gasto en viajes de las empresas estadounidenses será entre un 20% y un 35% inferior al de 2019.
