La pandemia Covid-19 ha cambiado nuestro comportamiento, incluida la forma de viajar, creando nuevas tendencias en el turismo. Una de ellas es el turismo genealógico. ¿La idea? Conciliar las vacaciones con la búsqueda de la identidad.
Esta búsqueda de sentido está en auge, en gran parte debido a la polarización de los kits de pruebas genéticas y de ADN. La crisis sanitaria ha hecho resurgir el interés por este concepto, que ya ha experimentado un notable aumento desde 2004.
Las cifras hablan por sí solas: según un estudio realizado por Airbnb, el 69% de los franceses ya ha aprovechado sus vacaciones para volver sobre los pasos de sus antepasados, ya sea para completar su árbol genealógico o simplemente por curiosidad. Porque los certificados de nacimiento no siempre bastan.
Las agencias de viajes no han tardado en subirse al carro del turismo genealógico. Empezando por Airbnb, que lleva desde 2019 ofreciendo auténticas experiencias de viaje vinculadas a su patrimonio genético.
Visitas guiadas con profesionales de la genealogía o cruceros para conocer mejor sus orígenes: todo es posible. Incluso localizar a familiares, como en las redes sociales. Los profesionales del turismo compiten en ideas para satisfacer la demanda de viajeros deseosos de conocer mejor su historia familiar.
